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El Son y un saxo que se sale.

Me dice Cecilio Espejo, que fue en el 89 cuando nos encargó un logo para El Son, algo después de inaugurarlo junto con su amigo Luis.

Entre Antonio Martínez y yo (que compartíamos taller en la vecina Calderería Vieja) realizamos este trabajo.

Está hecho en cuatro piezas con el añadido del grupo de pequeñas varillas que manejan las llaves. Por la proporción que guarda con la fachada se puede uno hacer idea del tamaño que tiene.

Todo el conjunto está realizado en barro refractario. Para pegarlo en la pared usamos un pegamento especial que necesitaba un catalizador y que requería manejarlo al aire libre y con máscara. Secaba tan rápido que mientras yo aplicaba la mezcla, Antonio estaba ya subido a una escalera para colocarlo. Me intoxiqué un poco y, además de un ligero mareo, sentí que veía a través de las personas… no teníamos máscara. En los dos sentidos.

Un detalle (se puede ampliar).

ACTUALIZACIÓN: (5-5-2012) Me dice Antonio que fue más una colaboración por mi parte que un trabajo a medias. En cualquier caso, salió del taller que compartíamos en aquellos años y que fueron de los más creativos de esa época en la que nos visitaban (bastante a menudo, todo hay que decirlo) muchos amigos, entre ellos, Cecilio.

Ahora EL SON lo lleva Sara. Le deseo desde aquí toda la suerte en esta nueva andadura.

Pinilla’s iron works

Estas Navidades, entre hacer de paje de los Reyes Magos y dar algunos paseos por el centro de Granada, he recordado que en la década de los ochenta (ya precisaré más adelante) hice un trabajo para las tiendas de ropa Pinilla’s por encargo de los arquitectos Antonio Jiménez Torrecillas y Juan Domingo, que hacían una remodelación de las mismas.

En la tienda de la calle Mesones 33, a modo de felpudo de bienvenida, hay una chapa de acero rectangular en el suelo de unos 3 x 1 metros y en la tienda de la calle Salamanca hay un disco en la pared de más de un metro de diámetro y cerca de dos centímetros de grosor con parecida leyenda.

Este trabajo lo realicé en el taller de forja del maestro albaycinero Pata Agria con ayuda de sus operarios. La chapa central, en ambos casos, fue oxidada a conciencia con un método antiguo de extraña fórmula. Despues, y siguiendo el dibujo que tracé sobre ellas con tiza, se calaron las letras principales con un soplete de autógena que traspasaba la chapa como si fuera mantequilla. Tapé con barro fresco por la parte de atrás y vertí plomo derretido en los huecos, que, a punto de rebosar, le daban un aspecto líquido, como se ve en el detalle. Las otras letras las tracé a pulso con una radial a la que le coloqué un disco muy gastado, de diámetro más pequeño de lo habitual, pero que cortaba bien. En la chapa rectangular, las otras letras, las de Mesones 33, las recorté con una cizalla de mano en chapa de acero de 0,7 mm y las remacharon a la chapa principal.

He podido charlar un momento con Manolo Pinillas en la tienda de la calle Salamanca para hacer estas fotos. Esta tienda, que hoy sigue siendo moderna, tiene un diseño de hace 30 años. Difícil de superar.

ACTUALIZACIÓN: Me cuenta Antonio que este trabajo lo hicimos tan a finales de los ochenta que posiblemente sea de 1990. Lo clasifico en esa fecha. También me recuerda que el taller de Pata Agria estaba en la calle Blanqueo Viejo y que ahora ya está cerrado.